El aceite de palma es un ingrediente común en la bollería, “snacks” y productos procesados: patatas fritas, cereales del desayuno, galletas, precocinados, congelados, pizzas, margarinas, chocolates… “También está presente en muchos productos de alimentación infantil (leches infantiles, cereales, …), pero en un contenido similar al de la leche materna”, detalla la doctora María Antonia Moreno, pediatra de nuestro hospital.
Y es que el aceite de palma es un aceite vegetal rico en grasas saturadas, sobretodo ácido palmítico, que se emplea frecuentemente en alimentación. En su forma refinada no aporta sabor, es muy estable y no se enrancia ni oxida fácilmente. Mantiene bien sus propiedades organolépticas cuando se eleva la temperatura, por lo que se utiliza en alimentos que se cocinan o preparan a altas temperaturas. Esto, junto con su rendimiento (produce diez veces más aceite por unidad de área que otras cosechas de semillas oleosas) y su precio, han hecho que sea el aceite vegetal más usado en el mundo.
Existe una recomendación médica expresa de limitar el consumo de grasas saturadas, tanto vegetales (aceite de palma y otros) como animales por sus potenciales efectos perjudiciales para la salud, sobre todo por el aumento de la obesidad y la enfermedad cardiovascular. Así, las recomendaciones de consumo de grasa para la población (referida a mayores de 2 años), es que el consumo total de grasa sea inferior al 30% del aporte calórico total, y las grasas saturadas deben de ser menos del 10%. Es decir, “no se recomienda no consumir grasas saturadas, si no que lo que se recomienda es que el consumo no sea excesivo (menor del 10% del contenido calórico total)”, puntualiza nuestra pediatra.
Datos que llevan a la confusión
En los últimos meses ha habido un aumento de la preocupación por el aceite de palma, debido a una alerta de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), pero esta alerta hacía referencia a los contaminantes generados en el proceso de refinamiento del aceite de palma (3-MPD, glicerol y ésteres de glicerol); y no tanto a sus características nutricionales.
De hecho, desde la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), del Ministerio de Sanidad, se está trabajando en la reformulación y mejora de la composición de alimentos. Se contempla, entre otras medidas, el empleo de aceites con un perfil nutricional más saludable. Sin embargo, “aún es necesario demostrar que las alternativas que se propongan sean seguras para la salud y factibles para garantizar las características organolépticas de los alimentos. Antes de modificar políticas de Salud Pública es necesario disponer de datos robustos sobre los efectos para la salud y las consecuencias socioeconómicas de esos cambios”.
Recomendaciones
Teniendo en cuenta estas premisas, la doctora Moreno recuerda que las necesidades de energía del lactante y del niño pequeño son más elevadas. La grasa constituye el 50% del contenido energético de la leche materna y de las fórmulas infantiles. Por eso, no está indicada la restricción del consumo de grasa en estas edades. Hay que tener en cuenta que “el ácido palmítico es el ácido graso más abundante en el organismo y tiene distintas funciones, además de la producción de energía, como es la formación de surfactante pulmonar, garantizar unión celular o algunas funciones a nivel del sistema nervioso”, afirma nuestra pediatra, quien añade que la leche materna es el alimento ideal en el lactante y el modelo sobre el que se elaboran las fórmulas sustitutivas de la leche materna. De todos los ácidos grasos saturados de la leche materna, el ácido palmítico es el más abundante (20-25%), se trata de ácido beta-palmitato. En las fórmulas infantiles, el contenido de ácido palmítico es similar al de la leche materna.
Por su parte, para adolescentes las recomendaciones son similares a las de los adultos: el consumo total de grasa debe ser inferior al 30% del aporte calórico total, y las grasas saturadas deben de ser menos del 10%.
Para hacer frente a los excesos de grasa nada mejor que seguir una dieta adecuada. Nuestra especialista hace hincapié en las recomendaciones que promueven una alimentación equilibrada, variada y moderada incluyendo cereales de grano entero, frutas, verduras, legumbres, lácteos y alternando el consumo de pescados, huevos y carnes magras, junto con el uso preferente de aceite de oliva virgen extra.