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Parto prematuro: cómo afrontarlo y cuáles son las señales de alarma

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El parto prematuro probablemente sea uno de los trances más estresantes por los que pueden pasar tanto los bebés como los padres. Además de todos los cambios típicos de este proceso, se suma la incertidumbre de saber si todo llegará a buen término de forma sencilla o si se pueden producir sorpresas antes de tiempo.

A la pregunta tantas veces formulada de a partir de que semana se considera parto prematuro, la Dra. María Llanos Gómez Tébar, del Servicio de Ginecología de nuestro hospital, nos explica que el parto prematuro se define como aquel que tiene lugar antes de la semana 37 de la gestación.

Para identificar si se está en una situación de parto prematuro, la doctora Gómez Tébar nos describe los principales signos de alerta:

  • Síntomas de contracciones uterinas regulares (hablamos de contracciones que se repiten cada 5 minutos durante 1 hora). Para identificarlas, debemos tener en cuenta que la madre percibe las contracciones como un dolor parecido al menstrual, que aparece de forma intermitente y que va acompañado de una sensación como de endurecimiento abdominal.
  • Sangrado vaginal.
  • Sensación de expulsión de líquido a través de la vagina.

Si una embarazada se encuentra ante cualquiera de estos síntomas, deberá acudir a urgencias ginecológicas para que un facultativo los valore.

Cómo se actúa ante un parto prematuro

A todas las embarazadas se les hace una ecografía vaginal entre la semana 20 y 24 para medir el cuello del útero o cérvix. Si se trata de un cuello uterino corto, se recomendará reposo relativo por embarazo y baja laboral, además de progesterona vaginal diaria.

Además de medidas preventivas como el reposo en el embarazo, nuestra ginecóloga añade que después se hará un seguimiento de las pacientes hasta la semana 34. Pero no todos los casos son tratados de la misma manera, ya que existen otras implicaciones a tener en cuenta.

Hablamos de las mujeres que ya tienen antecedentes de parto prematuro, ya que a estas se les realizarán mediciones cervicales seriadas, con toma de cultivos de exudado genital en las semanas 14-16 y en las semanas 20-22.

Si hay acortamiento cervical, se inicia el tratamiento con progesterona vaginal. Si a pesar de este tratamiento se produce un acortamiento progresivo y el embarazo es de menos de 24 semanas, se realizará un cerclaje.

Esta técnica consiste en atar el cuello con una sutura para evitar que se abra y se produzca el parto. Y si en los cultivos realizados se detecta alguna infección vaginal, se dará tratamiento antibiótico.

La Dra. Gómez Tébar recuerda que cuando una paciente acude a urgencias por alguno de los síntomas de alarma y se confirma que está teniendo contracciones asociadas a un acortamiento de la longitud del cérvix, se administrarán tocolíticos (medicación para parar esas contracciones) y corticoides por vía intramuscular (dos dosis separadas por 24 horas).

Todo ello con la finalidad de preparar los pulmones de bebé (maduración pulmonar) para un posible nacimiento precoz.

Por su parte, si el embarazo es de menos de 32 semanas también se administra otra medicación, llamada sulfato de magnesio, para proteger el cerebro del bebé.

Hasta cuándo aguantar un embarazo con riesgo de parto prematuro

Un parto de 29 semanas de gestación comienza a considerarse viable por las posibilidades de supervivencia del feto, incluso aunque le falte por madurar algunos de sus órganos. Obviamente será mejor un parto prematuro a las 30 semanas. Pero, ¿hasta dónde aguantar?

Tras un embarazo de 32 semanas seguramente el bebé no necesite una sonda para ser alimentado, aunque la incubadora puede ser necesaria. En la semana 33 el bebé ya tiene todo lo que necesita para sobrevivir fuera del útero materno.

Pero según nuestra especialista, a partir de la semana 34 no se administra medicación para parar las contracciones, ya que los riesgos de mantener la gestación superan a los beneficios. Así que un parto de 34 semanas terminará con la gestación sostenida.

Riesgos de un embarazo sostenido

Hay que tener en cuenta que si el bebé engorda mucho a lo largo del embarazo, el parto es más complicado. La ganancia de peso eleva el riesgo tanto para la madre como para el bebé.

Los peligros para el bebé se centran en que aumenta la posibilidad de que se produzca una distocia de hombros (los hombros del bebé quedan encajados en la pelvis materna y no puede producirse la salida completa del cuerpo), de hipoglucemia (bajada de azúcar) e ingreso en la unidad de neonatos.

Los riesgos para la madre son la probabilidad de parto instrumentado (ventosa, fórceps), de parto por cesárea y de desgarro perineal. Por eso, es muy importante evitar que el bebé engorde mucho y que se controle la glucemia (azúcar en sangre) de la madre si se le ha diagnosticado diabetes gestacional.

Para no pasarse con los kilos, la especialista recomienda seguir una dieta equilibrada durante el embarazo, evitando los hidratos de carbono de absorción rápida, y hacer ejercicio físico regular, siempre y cuando no produzca agotamiento ni taquicardia. Caminar, nadar, yoga para embarazadas o Pilates para embarazadas son una buena opción.