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Hemorragia postparto: qué es y causas del sangrado tras el embarazo

Al hablar de la hemorragia postparto hablamos de la que puede ser una de las complicaciones obstétricas que más temor infunde, ya que constituye una de las principales causas de muerte de la madre.

Para controlar las hemorragias postparto es importante saber las causas que la producen, ya que se manejan de forma diferente según su tipología.  Cuando se produce una hemorragia postparto siempre se activa un protocolo para que en el paritorio haya el máximo personal posible trabajando conjuntamente para garantizar el bienestar de la paciente (auxiliares, celadores, matronas, equipo de enfermería de quirófano, anestesistas, ginecólogos…).

Qué son las hemorragias postparto

A nivel clínico, se considera como hemorragia postparto una pérdida de sangre superior a 500 mililitros en caso de un parto natural y de un litro en caso de un parto por cesárea. Como el facultativo normalmente no puede calcular las cantidades de sangre perdidas, esta observación se sumará a la vigilancia de los síntomas que presente la paciente (por ejemplo mareos, debilidad, sudoración o taquicardias).

Se suele diferenciar entre la hemorragia postparto que aparece en las primeras 24 horas tras el nacimiento -a la que se denomina precoz o temprana- y desde esa fecha hasta 6 semanas después se produce la denominada tardía.

Causas de las hemorragias postparto

Las causas de la hemorragia postparto pueden ser múltiples y los modos de abordarla dependen de su gravedad y de la casuística de la misma. Las causas se suelen agrupar en cuatro grupos, y en medicina se las conoce como las 4T: tono, trauma, tejido y trombina.

La más frecuente es la atonía uterina, que se produce porque tras el alumbramiento (expulsión de la placenta) el útero no se contrae adecuadamente. La atonía uterina se da en casos de partos muy prolongados en el tiempo (por el propio agotamiento) o por la sobredistensión del útero (por ejemplo en embarazos múltiples como los gemelares), aunque también puede influir la presencia de fiebre, por ejemplo.

En el caso de la atonía se puede realizar un masaje uterino, administrar tratamiento médico, colocar una sonda intrauterina con un balón que al hincharse colapsa los vasos sanguíneos o en algunos casos embolizar (colapsar de forma artificial) las arterias uterinas. Si fallan todas las medidas, es preciso realizar una histerectomía (extirpar el útero) para controlar la hemorragia. Pero si se sospecha que hay una retención de restos placentarios, se pueden extraer mediante un legrado (“raspado” de la cavidad uterina).

En palabras de la Dra. Gema Higueras García, del Servicio de Ginecología del Hospital de Manises, los vasos que nutren la placenta son de un calibre importante, y al contraerse el útero colapsan. Por tanto, si el útero no se contrae de forma apropiada se produce un sangrado muy abundante.

Pero también hay que tener en cuenta otras causas que pueden originar el sangrado postparto, como la retención de la placenta, en su totalidad o un fragmento de ella. Y es que la placenta, normalmente, se expulsa durante la media hora posterior al alumbramiento. Si esto no ocurre, puede ser que esté adherida de forma anormal.

Los desgarros del canal del parto se suelen dar en partos instrumentalizados o en los que se ha practicado una episiotomía. La rotura uterina se suele dar en pacientes que ya han sufrido una cirugía uterina previa (por ejemplo, una cesárea) y es otra de las posibles causas de las hemorragias postparto.

En el caso de las lesiones del canal del parto (hematomas, desgarros) sólo es posible suturar (coser) las lesiones. Finalmente, los problemas de coagulación se tratan con medicamentos que aportan lo que necesita cada paciente según su déficit.

Las alteraciones de la coagulación de la madre son otra causa probable, además de la edad avanzada de la madre o la presencia de miomas.

Según explica nuestra ginecóloga, aunque algunas de las hemorragias se pueden prevenir, en la mayoría de las ocasiones ocurren de forma inesperada en pacientes sin factores de riesgo.

Factores de riesgo que pueden favorecer el sangrado tras el parto

En el manejo de las hemorragias postparto hay que recordar que hay algunos factores de riesgo que pueden favorecerlas. Entre otras, podemos encontrar los siguientes:

  • Obesidad materna.
  • Fetos grandes para la edad gestacional.
  • Polihidramnios (líquido aumentado).
  • Cicatrices uterinas previas.
  • Embarazos múltiples.

La Dra. Gema Higueras García del Servicio de Ginecología del Hospital de Manises, puntualiza que aunque existen estos factores de riesgo, en muchos casos la hemorragia postparto se produce en mujeres que no tienen esta predisposición.

Consecuencias y complicaciones de la pérdida de sangre

Si bien para el bebé la hemorragia postparto no supone ningún riesgo, para la madre sí que puede tener consecuencias graves, no en vano es una de las complicaciones más temidas por los profesionales.

Dentro de las complicaciones, se suele producir anemia importante que requiere transfusión, estancia en cuidados intensivos para mantener estables las constantes o dolor por los procedimientos que se llevan a cabo. En algunos casos muy graves, la falta de oxígeno por el sangrado abundante puede producir incluso lesiones neurológicas y, por desgracia, llegar a ocasionar la muerte de la paciente. De hecho, la hemorragia postparto se encuentra entre las primeras causas de muerte materna en el mundo, incluso en países desarrollados. Además, para la paciente suele suponer un evento traumático que en ocasiones llega a afectar al establecimiento de la lactancia y al vínculo madre-hijo.

Prevención de las hemorragias postparto

Para prevenir la atonía uterina, tal y como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el Hospital de Manises administramos una dosis de oxitocina de forma sistemática. La oxitocina actúa como uterotónico, es decir: provoca la contracción del útero (así se evita la atonía).

Además, las lesiones del canal del parto pueden prevenirse realizando episiotomía en casos seleccionados (nunca de forma rutinaria). Se hace solo cuando durante la salida del bebé se aprecia que la vagina no es suficientemente amplia como para distenderse sin producir un desgarro grave, ya que los desgarros vaginales leves no producen sangrados importantes.

Los problemas de coagulación y las retenciones de placenta, salvo que la paciente tenga antecedentes conocidos, como episodios anteriores de sangrado, coagulopatía diagnosticada o cirugías uterinas previas, no se pueden prevenir.

Por otro lado, cortar el cordón umbilical de manera rápida tras el parto reduce las posibilidades de sufrir una hemorragia postparto, así como pinzarlo (cerrarlo con pinzas) lo antes posible. Durante la labor, se tracciona con suavidad el útero y al terminar se puede dársele un masaje.

Otra posible acción paliativa es la colocación de un balón intrauterino. Este objeto, una vez alojado, ejerce la presión que necesita el útero.

En cuanto a la recuperación, esta dependerá en gran medida de cuáles han sido las causas y el grado de gravedad de la hemorragia sufrida.

Se decidirá por parte del equipo médico cuáles serán las medidas que deberán acompañar a la madre en su recuperación y que se sumarán a la recuperación de otras dolencias o molestias, como las hemorroides, la dificultad para orinar, el cansancio, los dolores en la zona del perineo, el cuidado de las cicatrices o las contracciones postparto.