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Fisura y fístula anal, ¿conoces las diferencias?

dolor fisura y fistula

En ocasiones, la fisura y la fístula anal se confunden, pero son varias las diferencias que presentan ambos conceptos. La fisura es una enfermedad crónica que cursa con una o dos heridas en el margen del ano y que, a veces, pueden resultar complicadas de apreciar a simple vista, mientras que una fístula anal es una comunicación entre el ano o recto y la región perianal. Es similar a un túnel con un orificio interno en el interior del ano y uno externo en la piel.

Principales diferencias entre fístula y fisura anal

Tal y como detallan los doctores Francisco Navarro Vicente y Mª Soledad Carceller Navarro, del Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo del Hospital de Manises, la fisura anal surge a consecuencia de un engrosamiento anormal en el esfínter anal interno, mientras que el origen de la fístula anal es una infección de unas glándulas del ano.

En la fisura anal predomina un dolor intenso mientras que la fístula anal se caracteriza por una supuración. Además, es importante no confundir ambas patologías con las hemorroides, reconocidas por ser unas venas inflamadas localizadas tanto en el ano como en el recto.

Además, otra de las diferencias se centra en su tratamiento. Mientas que el tratamiento de la fístula es quirúrgico, el de la fisura es médico, aunque puede requerir intervención en casos seleccionados en los que no se resuelva completamente con medicación.

¿Cuáles son los principales síntomas?

Los síntomas de las fisuras anales más característicos son:

  • Picor
  • Escozor
  • Sangrado
  • Dolor, pudiendo llegar a ser muy intenso.

Los síntomas de las fístulas anales son menos molestos, ya que generalmente se centran en supuración intermitente de pus, salvo cuando se infectan, que entonces producen dolor e inflamación de la zona.

¿Cuándo hay que acudir al médico?

En el caso de la fisura anal hay que acudir al médico cuando produzca síntomas, porque puede estar silente mucho tiempo. Si hablamos de fístula anal, hay que consultar siempre, porque sin la aplicación de tratamiento médico no se va a resolver.

Como explican nuestros cirujanos, la fístula anal es una patología que no se cura por sí misma. En su evolución se cronifica, es decir, permanece con supuración diaria más o menos abundante o puede tener episodios de agudización que hacen que se desarrolle un absceso anal.

Sin embargo, la fisura anal sí puede curarse por sí misma, aunque hay que tener en cuenta que en algunos pacientes se cronifica.  Cuando es crónica, la herida permanece pero los síntomas son mucho más leves que en las fases agudas, con menos dolor y espasmo de esfínter.

Tratamiento en las fisuras y fistulas anales

Las fístulas anales se tratan con una cirugía electiva, es decir, informado el paciente de los riesgos y de la necesidad de una o más intervenciones, y se valora el tratamiento. No siempre el tratamiento de la fístula anal va orientado a eliminarla. Nuestros especialistas comentan que en pacientes concretos con patologías de base inflamatorias o riesgo alto de incontinencia fecal, el tratamiento quirúrgico puede limitarse a referenciar con un material sintético, lo que se conoce como sedalizar el trayecto afectado por la fístula anal, evitando los posibles episodios de agudización.

Por su parte, para tratar las fisuras anales se opta por la cirugía cuando fracasan todos los escalones del tratamiento médico: pomadas, hábitos dietéticos e higiénicos, toxina botulínica… y los síntomas son muy marcados e incapacitantes por el dolor.

¿Cómo afecta a la calidad de vida de quien las sufre?

La fístula anal genera en la persona que la sufre incomodidad por la secreción más o menos constante que mancha la ropa interior y por la dermatitis irritativa debida a la supuración, pero siempre depende de cada paciente y de la actividad de la fístula. Hay fístulas anales que apenas supuran y no generan ninguna alteración en la calidad de vida.

La fisura anal sí limita la calidad de vida en la fase aguda, principalmente por el dolor típicamente postdefecatorio, que puede llegar a durar horas e interferir con la actividad cotidiana. Además, hay pacientes que demoran o retrasan la defecación por el dolor, lo que conlleva un aumento del estreñimiento y empeoramiento de la clínica cuando defecan.

Las fisuras anales no son más frecuentes en personas con obesidad o que tienen problemas del tracto digestivo. En cambio, las fístulas anales sí se pueden encontrar relacionadas con enfermedades inflamatorias del tracto digestivo, especialmente la enfermedad de Crohn.

¿Influye la alimentación en la aparición de las fístulas anales?

Las fístulas anales no guardan ninguna relación con la alimentación. Tanto Mª Soledad Carceller Navarro como Francisco Navarro Vicente señalan que sí que son más prevalentes en pacientes estreñidos, por lo que en general, para toda la patología proctológica, se recomienda una dieta rica en agua, fruta, verdura, ejercicio físico frecuente, evitar el alcohol y las especias. Es decir, seguir una alimentación sana que favorezca un tránsito intestinal adecuado, sin estreñimiento.

En este sentido, existen un grupo de alimentos y bebidas de los que se recomienda no abusar para no exacerbar las fístulas anales, pero que no están prohibidos. Entre ellos están el alcohol, el café, el té y las especias picantes.

En cualquier caso, ante cualquier sospecha de presentar una fisura o fístula anal, es recomendable acudir al centro médico para que el médico especialista valore la zona y determine el tratamiento a seguir en caso de que sea necesario.