¿Por qué pueden intensificarse los comportamientos estereotipados e intereses restringidos en TEA durante el confinamiento?
Las conductas repetitivas e intereses restringidos, dentro de los criterios diagnósticos de TEA, incluyen las conductas heterogéneas, como las estereotipias y manierismos, las conductas repetitivas (verbales y no verbales), los rituales e inflexibilidad, los intereses fijos y restringidos, y las reacciones sensoriales atípicas.
Estereotipias motoras, manierismos y manipulaciones repetitivas de objetos
Dentro de los comportamientos repetitivos y estereotipados, se incluyen por un lado las estereotipias motoras, que hacen referencia a movimientos relacionados con una actividad motriz organizada, repetitiva, no propositiva, que se lleva a cabo exactamente de la misma forma en cada repetición (generalmente son complejas); y los manierismos, que hacen referencia a movimientos que incluyen gestos más o menos peculiares y propios del individuo y que vienen a representar la “firma motriz” propia de una persona. El concepto de manierismo se refiere a la realización de movimientos superfluos e inútiles que complican los actos de la vida corriente, siendo por ello una actividad involuntaria estereotipada, por ejemplo, incluiríamos las posturas “raras” o forzadas de dedos mientras está escribiendo, el caminar de puntillas o las expresiones mímicas que no corresponden a un estado afectivo concreto. En realidad la diferencia entre manierismos y estereotipias no reside en su morfología, sino en que mientras los primeros se incorporan a la actividad voluntaria consciente de la cual son dependientes, las estereotipias son movimientos semivoluntarios con entidad propia.
Así mismo, dentro de los comportamientos repetitivos y estereotipados propios de las personas con TEA, se incluyen las manipulaciones repetitivas de objetos, sea cual sea el motivo o el fin de las mismas, incluyendo el juego repetitivo con objetos o partes de éstos.
¿Con qué se relacionan?
Por otro lado, existe una asociación entre las anormalidades de procesamiento sensorial visto en los TEA y la presencia de comportamientos restringidos y repetitivos (Lovaas, 1987;. Minshew y Goldstein 1998; Turner 1999). La fijación o preocupación por elementos no funcionales de los materiales (por ejemplo, olor, textura o vibración) forman parte de una de las categorías de “patrones restringidos, repetitivos y estereotipados de comportamiento, intereses y actividades” (criterio diagnóstico de TEA según DSM-5, 2013). Se sugiere que un comportamiento restringido y repetitivo puede ser realizado por personas con TEA con el fin de gestionar su procesamiento sensorial inusual (Baker et al., 2008).
En un porcentaje elevado de casos, el número de comportamientos restringidos y repetitivos se asocia a un estilo cognitivo caracterizado por centrarse en los detalles y a anomalías en el procesamiento sensorial, especialmente en relación al procesamiento táctil, visual y auditivo.
¿Por qué pueden intensificarse estos comportamientos?
Diversos estudios han encontrado evidencia de dos factores: un factor sensoriomotriz repetitivo, compuesto por comportamientos tales como manierismos de dedos y manos y otros más complejos, el uso repetitivo de objetos, y los intereses sensoriales inusuales; y otro factor de insistencia a la igualdad o resistencia al cambio, compuesto de conductas como las compulsiones y rituales, dificultades con el cambio, y la resistencia a los cambios triviales en el entorno (Bishop, Richler y Lord 2006; Bishop, et al., 2013; Szatmari et al, 2006).
Cuando los comportamientos repetitivos forman parte del factor sensoriomotor, en parte pueden estar provocados o ser explicados por problemas en el procesamiento sensorial del niño. A veces muestran comportamientos atípicos como tocar constantemente la pared, o encender y apagar la luz de forma repetitiva. Dichos comportamientos pueden responder a una forma de procesamiento sensorial anómala, que hace que el niño busque una forma de autorregulación sensorial, representada en estos casos, por comportamientos repetitivos y estereotipados, con un componente autoestimulatorio.
Así mismo, estos comportamientos pueden tener un componente tranquilizador cuando están ansiosos o preocupados. Por otro lado, en el caso de los comportamientos repetitivos verbales, como las ecolalias diferidas o la jerga ininteligible, pueden tener en ocasiones también un componente tranquilizador. Sin embargo, en muchos casos, buscan desarrollar un deseo de comunicación de una demanda, una necesidad o un deseo, en niños que no cuentan con las estrategias lingüístico- comunicativas suficientes para hacerlo por otros medios más adecuados y adaptativos.
¿Qué puede suceder durante el confinamiento?
Teniendo en cuenta lo planteado anteriormente, los comportamientos repetitivos y estereotipados, la rígida adhesión a rutinas o rituales o los intereses restringidos, son rasgos nucleares del TEA que pueden verse intensificados durante situaciones que provocan un aumento del nivel de ansiedad del niño, bien por la ruptura total de sus rutinas, bien por la situación constante de incertidumbre, bien por la percepción de mayor nerviosismo e irritabilidad por parte del entorno. Si analizamos los puntos descritos, todos aparecen en la situación de confinamiento que estamos viviendo a nivel mundial a consecuencia de la pandemia vivida.
- Los niños han sido los más “perjudicados” desde el principio en cuanto a la pérdida de rutinas, por mucho que intentemos reproducir el entorno escolar en nuestra casa, somos conscientes (o debemos serlo), que es algo más bien utópico, ni los padres son especialistas de la educación y la terapia, ni los niños responden de la misma manera cuando son los padres quienes les presentan las tareas, y por supuesto, el componente emocional de la relación padres- hijos no es el mismo que aparece en la relación terapeutas-niños. Y ya no solo en relación a la rutina escolar, si no que el resto de rutinas de su día a día han desaparecido por completo.
- En segundo lugar, la constante sensación de incertidumbre. Si los adultos percibimos esa inestabilidad en relación a qué está sucediendo y qué va a suceder ¿por qué tendemos a pensar que los niños no perciben esa incertidumbre? De repente una día se puede hacer algo, las normas van cambiando y la mayoría resultan difícilmente comprensibles para los niños, y en ocasiones incluso para los adultos. Además, debemos estar adaptándonos constantemente a esos cambios, incluso a los que suceden dentro de nuestra propia casa, lo cual, teniendo en cuenta la inflexibilidad cognitiva de las personas con TEA, resulta más complicado para ellos, y en caso de conseguirlo, al menos aparentemente, no quiere decir eso que no les suponga un aumento de ansiedad y angustia, que en ocasiones les resulta difícil de manejar.
- En tercer lugar, la situación vivida obviamente y por suerte, es única para todos, nunca nos hemos enfrentado a nada parecido, por lo que es totalmente normal que sintamos emociones que nos resulten difíciles de manejar y que nuestro propio nivel de ansiedad y angustia nos sobrepase en momentos puntuales. Como consecuencia de este estrés y ansiedad, nuestra capacidad para enfrentarnos a las situaciones y de utilizar las estrategias de afrontamiento de la mejor manera posible, puede y es normal que se vean mermadas. Esas emociones, sin duda, son percibidas por los niños.
María Motos Muñoz
Psicóloga Máster en Neuropsicología