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Como favorecer la armonía en familia con niños durante el confinamiento

En las últimas semanas, desde que se decretó el estado de alarma en nuestro país, los adultos estamos sintiendo casi diariamente numerosas emociones, miedo, incertidumbre, tristeza, rabia, frustración, dolor, y en ocasiones, aunque sean contadas, también hemos podido sentir alegría. La pregunta es…. si nosotros estamos sintiendo y viviendo todas esas emociones, unidas además al estrés de intentar cumplir las exigencias del entorno en cada momento, ¿por qué damos por hecho que los niños y niñas no están viviendo las mismas emociones que nosotros?

El problema es que si a nosotros a veces nos cuesta reconocer y expresar adecuadamente nuestras emociones, no debemos olvidar que los niños suelen tener más dificultades para hacerlo.

Este hecho, al que en circunstancias normales podemos no darle mucha importancia, puede convertirse en una verdadera pesadilla al estar todos juntos las 24 horas del día, además encerrado en casa. Pueden surgir momentos y situaciones en las que los niños muestren conductas desacatadas, inadecuadas o no deseadas, como gritar, lanza objetos, protestar por todo o incluso agredir a las personas del entorno. Para intentar reducir la probabilidad de aparición de dichas conductas, los expertos recomiendan: 

  • Proporcionar estructura al día a día del niño, alternar actividades académicas con juego y momentos para compartir en familia, además de la colaboración en las actividades de la casa.
  • Facilitar la expresión de sentimientos, el planteamiento y la resolución de dudas por parte de los niños
  • Reducir las verbalizaciones en forma de órdenes (“pon la mesa”) o la tendencia a decirles lo que pueden o no hacer a través de negativas (“no hagas esto”)
  • Darles alternativas siempre que sea posible (entre opciones previamente seleccionadas por los padres)

mal comportamiento confinamiento niños

Sin embargo, es posible que aún así, aparezcan problemas de conducta. Si esto sucede, es recomendable:

  • Hacer una pausa y ver qué ha pasado realmente. 
  • Detectar la conducta inadecuada y valorarla, en función de la intensidad y gravedad de la misma, el adulto podrá ignorarla para que el niño no obtenga atención por parte de sus padres o deberá intervenir marcándole firme pero pausadamente, que es lo que está haciendo “mal” y, lo más importante, que es lo que se espera que haga en ese momento, es decir, cuál sería la “buena” conducta. 
  • Si tienes ganas de gritar, respira hondo y trata de bajar el tono de voz al hablar. 
  • Evitar la tendencia a atribuir intenciones en la conducta del niño que nada tienen que ver con la realidad (“me está tomando el pelo” “no puede ganar siempre el niño”), ya que ese tipo de pensamientos hacen que nuestra emoción negativa se intensifique, y por tanto que nos resulte imposible actuar de manera pausada y firme.
  • Si ves que va a hacer una trastada, intenta detenerle antes de que la llegue a hacer, explicándole las consecuencias que puede tener. Dirígelo hacia otra actividad como ver dibujos o leer un libro. 

Para que los niños sean conscientes de que su mal comportamiento puede tener consecuencias, hay que hacerles ver la responsabilidad que tienen sus acciones. Se lo debemos explicar de forma pausada y tranquila, y sin aspavientos. Una vez que estemos calmados, nuestros pequeños tienen que saber que su conducta, como la de todas las personas, tiene consecuencias en las personas de su entorno.

Igualmente es muy importante reforzar las conductas positivas, adecuadas o deseables de nuestros pequeños. Debemos hacer ver a los niños que si todos participamos y colaboramos con lo acordado se consigue una mejor convivencia. Por eso, también es aconsejable destacar los logros y celebrarlos. Ante el cumplimiento de las tareas, debemos ser positivos con nuestros hijos y premiarlos con algo que les guste, como por ejemplo, que elijan una película o dejarles ver 10 minutos más de dibujos animados.

De la misma manera, si no cumplen con lo pactado, pueden perder esos “premios” o al menos parte de ellos. Esos “castigos” se pueden consensuar con los niños para que se impliquen aún más en el cumplimiento de sus quehaceres diarios.

 

mantener la calma confinamiento niños

Claves para conseguir una rutina en el confinamiento

No poder salir de casa a causa del confinamiento por el COVID-19 nos ha hecho perder nuestra rutina diaria. Ir al trabajo, al colegio, a las actividades extraescolares, al gimnasio, hacer deporte… son cosas que hemos aparcado durante la cuarentena. Los expertos aconsejan programar una rutina en casa para que sean más llevaderos los días y podamos establecer unas pautas cada día, intercalando actividades lúdicas y escolares o laborales. 

A la hora de establecer la rutina, es recomendable que participen todos los miembros de la casa, eso hará que los niños se sientan más seguros y se impliquen más en el cumplimiento de sus tareas, lo que se traducirá en un menor nivel de estrés y un clima más armonioso para todo la familia

Es fundamental que al elegir la rutina diaria se establezcan actividades que aseguren mantener la distancia de seguridad. Por eso, hay que explicar a los más pequeños la importancia de mantener la seguridad para minimizar el riesgo de contagio del COVID-19. En esta charla, debemos dejar tiempo a nuestros hijos para que nos planteen sus dudas y comentarles a qué se deben las medidas de aislamiento establecidas. Es importante que estén tranquilos y comprendan porqué hay que hacer determinadas rutinas. 

establecer rutina durante confinamiento

En el caso de hijos adolescentes, en esta planificación diaria, debemos contar con su la ayuda de los adolescentes para que: 

  • Sean ellos los que estructuren su día.
  • Incluyan el tiempo dedicado a las clases. 
  • Determinen el tiempo dedicado al estudio.
  • Programen las actividades de ejercicio y ocio. 

Con los más pequeños podemos establecer juegos para que las medidas de higiene se conviertan en algo divertido. Es recomendable:

  • Inventar una canción para cantarla al lavarnos las manos.
  • Establecer una puntuación por cada vez que se lavan las manos. Al final del día, se premia al primero de la clasificación.
  • Evitar que se toquen la cara en exceso. Para lograrlo, también se puede hacer un ranking con premios diarios. 

Antes de acostarnos, es bueno hacer balance del día con nuestros hijos, haciendo especial hincapié en los aspectos positivos, reforzando el esfuerzo que han hecho y poniendo objetivos para el siguiente día, sobre todo en cuestiones relativas a la seguridad e higiene. Además, los expertos recomiendan minimizar los errores cometidos y evitar la negatividad, poniendo siempre en positivo las circunstancias para hacer más fácil y agradable la convivencia durante el confinamiento.

hablar sobre coronavirus con hijos

Mantener una actitud positiva en el confinamiento por COVID-19

Durante estos días de cuarentena, es fácil vivir momentos de estrés, perder el ánimo, y quedarse atrapado en los sentimientos negativos. Es normal a lo largo de los días experimentar emociones negativas. No podemos controlar la aparición de este tipo de emociones, pero sí qué hacemos una vez que aparecen. La mejor actitud que podemos adoptar es aceptar la normalidad de estas emociones y fomentar el autocuidado o el cuidado de los demás intentando estar mejor. De esta forma, ayudamos a los niños a conocer y reconocer las emociones y a que aprendan a gestionarlas, reforzando su autoestima. 

En esta interacción con los hijos, es importante el tono de voz que se emplee. Aunque no siempre resulte fácil, es recomendable huir de los gritos, del tono imperativo y del enfado. Si decimos las cosas con calma y con tranquilidad, el ambiente es más relajado y menos crispado. 

Cuando nos dejamos llevar por las emociones negativas, tendemos a ver y enfocarnos en los aspectos negativos. Una forma de mantener una actitud positiva y constructiva es centrarnos en actividades y hechos positivos. Lo mismo en nuestro lenguaje y las pautas que damos a los niños. En lugar de decirles “deja de hacer eso”, podemos optar por utilizar mensajes en positivo, como animarlos a cambiar de actividad.

Es muy importante alentar y elogiar el comportamiento de los niños, para que vean que cuando se hacen las cosas bien, es bueno para ellos y para el resto de la familia. No debemos dar por hecho que “es lo que tienen que hacer” y que por eso no merecen un elogio. Si les elogiamos es más probable que eso les motive a volverlo a hacer. Por eso, es importante adoptar una actitud activa y positiva, ya que conseguiremos que, por ejemplo, el orden de su habitación se convierta en una rutina diaria de la que se sientan satisfecho. 

A la hora de plantear el funcionamiento de la casa durante la cuarentena por COVID-19, hay que tener presente hasta dónde puede llegar cada uno, pidiéndoles que hagan esfuerzos adaptados y cuando sea necesario. Así, es casi imposible que un niño esté quieto dentro de casa las 24 horas de día, pero sí podemos pedirles un esfuerzo en determinados momentos del día, sobre todo cuando estamos teletrabajando o tenemos que contestar a una llamada de trabajo. 

Si hablamos de adolescentes, podemos facilitarles su contacto social. En esta etapa de la vida, los amigos y los compañeros de colegio son muy importantes. Por eso, debemos facilitarles que estén conectados con ellos y alentarles a que hagan videollamadas, jueguen en red y compartan tiempo de estudio y actividades escolares a través de las distintas redes sociales. Aunque estemos distanciados, podemos seguir haciendo cosas juntos.

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Cómo hacer el confinamiento más llevadero a los niños y adolescentes

En estos días de confinamiento como consecuencia de la pandemia por COVID-19, nuestros más pequeños y no tan pequeños han dejado de ir al colegio, de hacer sus actividades diarias y de seguir su rutina. Es una oportunidad para poder pasar más tiempo con ellos, y además hacerles ver que estamos en una situación de la que vamos a salir, dándoles confianza y seguridad.  

Durante los días de la cuarentena, te damos una serie de consejos, basados la información facilitada por la Organización Mundial de la Salud, para que puedas dedicarles más tiempo a los más pequeños de la casa: 

  • Intenta pasar un rato tanto en familia como con cada uno de tus hijos. Esta es una buena oportunidad para favorecer los lazos familiares, pero también para demostrar a nuestros hijos que son únicos, y favorecer así su autoestima. Por lo tanto, no debemos olvidar dedicar un tiempo exclusivo con cada uno de ellos.  
  • La cantidad de tiempo que puedas dedicarles está en función de la disponibilidad que tengas. Sabemos lo difíciles que son estos días para todos, no debemos olvidar que los adultos también necesitamos nuestro tiempo exclusivo. De esta forma, el tiempo que pasemos con nuestros hijos será un tiempo de calidad, libre de presiones y malestar.
  • Es bueno fomentar el desarrollo de rutinas, como hacer una actividad concreta cada día a la misma hora. Como resultado, los niños esperan que llegue ese momento, ayudándoles a estructurar sus días. 
  • Pregúntales que es lo que quieren hacer. Poder elegir la actividad que se va a hacer fomenta su propio conocimiento y su autoconfianza. 
  • Si la actividad que eligen hacer no sigue las pautas acordes al mantenimiento de la seguridad, es una buena oportunidad para preguntarles por la información que saben, sus emociones y preocupaciones; y explicarles, con un lenguaje adaptado, las dudas que puedan tener. De esta foma, les trasmitimos que entendemos sus emociones y que estamos ahí para escucharlos y tranquilizarlos siempre que lo necesiten.

crianza durante aislamiento covid

Ten en cuenta que el tiempo que se les dedique debe ser un tiempo centrado en ellos, en compartir actividades; debe ser un tiempo libre distracciones, por lo que es recomendable apagar los dispositivos móviles y la televisión; centrándonos en una actividad divertida y enriquecedora.

A la hora de elegir la actividad que se va a hacer, es importante que diferenciemos por edades. Así, para los más pequeños debemos centrarnos en actividades lúdicas, adaptadas a ellos, como los juegos de imitación de expresiones de la cara y sonidos, canciones, juegos de construcción o lectura de algún cuento. 

Si se trata de adolescentes, aunque es más complicado, debemos intentar encontrar alguna actividad que podamos compartir, como hacer algo de ejercicio, cocinar juntos, hacer las tareas de la casa, hablar sobre series, música, conciertos de sus grupos favoritos…; sobre todo, dedicarles tiempo e intentar que se diviertan sin descuidar las actividades escolares.

Aprender a comer y a hablar, objetivo clave en la logopedia de los niños con daño cerebral

La logopedia es uno de los servicios que oferta la Unidad de Neurorrehabilitación del Hospital de Manises para los niños con daño cerebral y que tienen alteración de la comunicación, del lenguaje, habla, deglución-alimentación y trastornos orofaciales.

Los niños pueden empezar con el logopeda una vez que se diagnostica el daño cerebral y si el médico considera que el niño es susceptible de intervención hasta que recibe el alta una vez que se han conseguido los objetivos marcados.

Entre estos objetivos se encuentra dotar al niño de la máxima funcionalidad y proporcionar una adecuada calidad de vida en todos los entornos en los que el niño está integrado. Una parte clave de la logopedia, según las especialistas de la Unidad de Neurorrehabilitación, es contar con los padres, a los que se asesora y forma sobre las técnicas en las que se trabaja para poder seguir trabajando en el hogar. Además, se mantiene una estrecha relación con los centros educativos donde están escolarizados los niños. “El trabajo multi e interdisciplinar en niños con una lesión cerebral es imprescindible para que el niño se beneficie de las pautas establecidas y conseguir una adecuada intervención y tratamiento”, aseguran nuestras especialistas.

Las metodologías usadas desde logopedia con en niños con daño cerebral están basadas en proporcionar estrategias para favorecer la comunicación a través de con sistemas alternativos/aumentativos de comunicación (comunicadores, uso de ayudas técnicas en los casos en los que fuera necesario), terapia miofuncional y reeducación de disfagia con el fin de favorecer una correcta nutrición e hidratación, proporcionar estrategias para favorecer el desarrollo del lenguaje a través de gestos de apoyo al fonema.

El logopeda es la figura que aborda los problemas de alimentación y deglución en las etapas desde el nacimiento hasta la vejez. El tratamiento siempre debe ser abordado desde una perspectiva transdisciplinar, junto con profesionales como neonatólogos, digestivos, pediatras, neuropediatras, nutricionistas o rehabilitadores.

Se deben detectar y valorar, de forma individualizada, los problemas de alimentación para disminuir los riesgos, proporcionar pautas a la familia, favorecer la transición de alimentos e introducción de los mismos, así como iniciar el proceso masticatorio en los pacientes que se considere.

Hay que tener presente que:

  • El momento de la alimentación debe ser un momento agradable.
  • Se debe cuidar y fomentar el vínculo entre el bebé y alimentador principal.
  • Tiene que hacerse en un entorno tranquilo, con un control de estímulos luminosos y auditivos.
  • La posición entre la persona que da de comer y el bebé debe ser siempre intentando mantener el contacto visual e intentando mantener un contacto físico.
  • Se deben hacer uso de tronas o sillas, en las cuales el bebé se sienta confortable.
  • Atender el tipo de utensilios, haciendo hincapié en el tipo, forma y material del que estén fabricados las cucharas, tenedores, vasos y tetinas.
  • Asegurar el desarrollo adecuado de la nutrición, hidratación y estado de salud favorable.

La familia es el pilar fundamental en cualquier tipo de intervención, ya que se encarga de brindar y facilitar los aprendizajes y acciones que llevan con sus hijos en el día a día. En los momentos de alimentación, ellos suelen ser los alimentadores principales, por lo que deben conocer las pautas y poder aplicarlas.

Trabajo social

Desde el área de trabajo social se le intenta ofrecer a los pacientes y familiares orientación e información adecuada para reorganizar la situación sociofamiliar y económica causada por el daño cerebral. A través de varias entrevistas con la familia se elabora un plan de intervención individualizado y se le informa de todas las ayudas y recursos sociales adecuados para el paciente.

El objetivo del área de trabajo social es prestar un servicio de asesoramiento, informar del mapa de recursos sociales y administrativos y seguimiento de los problemas familiares, económicos y sociales, escolares y ocupacionales que puedan surgir durante su intervención en la unidad.

La terapia ocupacional facilita la adaptación del niño con daño cerebral

El objetivo principal del terapeuta ocupacional que trabaja en la Unidad de Neurorrehabilitación del Hospital de Manises es que los niños con daño cerebral sean capaces de desenvolverse en diferentes contextos (familia, colegio, comunidad, etc.). Para ello, el profesional debe ser consciente de la situación vital del niño con daño cerebral, de su desarrollo, de su experiencia y de su entorno, ya que este va a afectar a las rutinas diarias y a las expectativas familiares y sociales.

Dentro del servicio de terapia ocupacional se realiza una valoración inicial mediante escalas estandarizadas y otros procedimientos, como la entrevista con la familia. Según las especialistas que trabajan en la citada unidad, tras la evaluación inicial tendremos presente, por un lado, las expectativas de la familia, y por otro, cuales son las habilidades sensoriomotoras, perceptivas y cognitivas que impiden el desarrollo típico del desempeño ocupacional del niño. “De este modo, podremos comenzar con el tratamiento individualizado, partiendo del potencial biológico y el nivel de desarrollo del niño”, puntualizan las especialistas.

La intervención puede dividirse en intervención individual directa y cambios en el ambiente a través de modificaciones y productos de apoyo.

Los enfoques de tratamiento más utilizados son los siguientes:

  • Teoría del neurodesarrollo (concepto Bobath). Es uno de los modelos más utilizados con niños con lesiones o daño del sistema nervioso central. El propósito principal de este tipo de intervención es cambiar la base neuronal de la respuesta motriz y prevenir el riesgo de deformidades a través del movimiento normal. Para trabajar, el terapeuta utiliza diferentes partes de su cuerpo, como las manos o dedos, o materiales, como rulos o cuñas, para controlar los puntos clave de control y permitir en el niño un adecuado movimiento mientras realiza una actividad cotidiana.
  • Integración sensorial y estimulación sensorial controlada. En la mayoría de los casos de parálisis cerebral infantil (PCI) no solo está afectada la parte motora. Un daño en el sistema nervioso puede provocar problemas sensoriales que además están íntimamente ligados con el aspecto motor. Así, se realizan actividades sobre los distintos aspectos sensoriales (propioceptivos, vestibulares, visuales…) a través de la participación del niño en la medida de sus posibilidades.
  • Intervención sobre las actividades de la vida diaria (AVD) y el juego. En estas edades la mayor ocupación es el juego. Sin embargo, si no se tiene la oportunidad o existe alguna limitación para su práctica, el desarrollo y enriquecimiento del niño con daño cerebral no será el óptimo. Que un niño pueda jugar de forma independiente supone una de las mayores satisfacciones para él. Por eso, el terapeuta ocupacional trabajará para que esto sea posible.
  • Entrenamiento en la funcionalidad de los miembros superiores. El objetivo es optimizar el nivel de participación a través de la mejora de la función de los miembros superiores para la realización de las actividades de la vida diaria.
  • Valoración de adaptaciones funcionales, órtesis, productos de apoyo y sistemas de posicionamiento. Las bases para prescribir un dispositivo de ayuda se tienen en cuenta según las diferentes técnicas o métodos utilizados como Bobath, le Mètayer…, con la intención de facilitar o corregir la postura y el movimiento.
  • Motricidad fina y grafomotricidad: El terapeuta ocupacional trabajará a través de diferentes técnicas para favorecer la maduración del niño y así poder desarrollas las capacidades de motricidad fina y grafomotricidad.

 

Encuentra aquí más información de interés sobre Neurorrehabilitación y Daño Cerebral.

Conoce el daño cerebral y sus repercusiones

El daño cerebral adquirido (DCA) es el resultado de una lesión súbita en el cerebro que produce diversas secuelas de carácter físico, psíquico y sensorial. Estas secuelas desarrollan anomalías en la percepción sensorial, alteraciones cognitivas y del plano emocional.

Desde mayo de 2012, el Hospital de Manises cuenta con la Unidad de Neurorrehabilitación Infantil, especializada en el tratamiento de trastornos del desarrollo. Se trata de un servicio con atención multidisciplinar donde están implicados un amplio número de profesionales especializados en tratamientos a niños con Trastornos Generalizados del Desarrollo y Daño Cerebral.

Las causas más comunes del DCA son los traumatismos craneoencefálicos (TCE), los accidentes cerebrovasculares (ACV o ictus), los tumores cerebrales, las anoxias cerebrales y las infecciones cerebrales.

Las especialistas del Área de Neuropsicología de la Unidad de Neurorrehabilitación Infantil del Hospital de Manises, señalan que las secuelas del daño cerebral adquirido se pueden clasificar en cinco grupos:

  • Problemas en el nivel de alerta.
  • Problemas en la cognición y la comunicación.
  • Problemas de control motor.
  • Problemas en las emociones y la personalidad.
  • Problemas en las actividades básicas de la vida diaria.
  • Problemas en la recepción de información.

Las enfermedades cerebrovasculares son la primera causa de discapacidad en España y la segunda causa de muerte. Sin embargo, estratificando por sexos, la prevalencia de la mortalidad en mujeres es más alta. La incidencia de ictus en España es más alta en hombres que en mujeres y se da a edades más tempranas, 69 años en los hombres y 74 años en las mujeres de media.

Los signos de que se puede estar sufriendo un ictus son los siguientes:

  • Caída de la comisura bucal.
  • Debilidad en una mitad del cuerpo y dificultad para caminar o mantener el equilibrio.
  • Dificultad para hablar.
  • Desorientación y confusión.
  • Dolor de cabeza fuerte y repentino sin causa aparente conocida.

 

En el ictus hay factores de riesgo modificables, como los cardiovasculares, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y la dislipemia.  Otros factores de riesgo modificables son el alcohol y las drogas.

En cuanto a los factores genéticos, se está investigando en la línea de una posible predisposición genética de los ictus, puesto que se está viendo una tendencia al alza en la incidencia de los ictus en pacientes jóvenes sin factores de riesgo cardiovascular conocidos.  Estas investigaciones van en la línea de factores de estrés vascular, como puede ser la inflamación permanente del endotelio vascular que cursa con espasmos arteriales; aneurismas congénitos y genéticos, que pueden desarrollar una hemorragia, o trastornos de la coagulación, que puedan cursar con hemorragias espontáneas entre otros.

Una vez que se produce un ictus, la primera pregunta que nos hacemos es ¿cómo hay que actuar?

Las especialistas del Área de Neuropsicología de la Unidad de Neurorrehabilitación Infantil del Hospital de Manises explican que hay que llamar lo antes posible al 112, comunicar lo que está ocurriendo y la sospecha de que sea un ictus. En la Comunidad Valenciana existe un protocolo conocido como Código Ictus.  “Cuando existe una sospecha de un ictus se realiza un TAC de difusión al paciente que descarta/confirma el tipo de ictus frente al que nos encontramos.  En función del tipo que sea y la clínica que presente el paciente en ese momento además del riesgo vital existente, se seguirán unas actuaciones u otras”, detallan nuestras especialistas.

Los beneficios del manejo multidisciplinar de un niño con daño cerebral

En la Unidad de Neurorrehabilitación del Hospital de Manises se trata a pacientes desde 1 año de edad hasta los 12 años, pudiendo atender en un rango de edad desde pocos meses hasta los 15 años.

Dentro del daño cerebral, la patología más común con la que estamos tratando es la parálisis cerebral infantil (PCI), causada en algunos casos por microcefalias, infartos isquémicos, laucomalacias periventriculares o anoxias cerebrales y donde encontramos secuelas como la hemiplejia, diplejia o tetraplejia con variaciones de tono desde la hipertonía hasta la hipotonía.

Al ser un equipo multidisciplinar, este abordaje ayuda a los pequeños a mejorar la atención y potenciar una total conexión entre el equipo médico y el terapéutico. Se hace un seguimiento constante por parte de la médico rehabilitadora y la neuropediatra, que además realizan las revisiones en las instalaciones del propio centro, lo que ofrece un entorno conocido para los pequeños.

El niño comienza su tratamiento en la unidad tras ser valorado por la médico rehabilitadora, que es la que determinará las terapias a las cuales el niño acudirá según sus necesidades. Tras ser valorado por las diferentes áreas, se ponen en común el objetivo general y los objetivos específicos, que serán reevaluados con una periodicidad de 6 meses.

Las nuevas tecnologías tienen un papel en dicho tratamiento, siempre que estén disponibles e integrados en su vida diaria. Estas tecnologías permiten realizar actividades de diversa índole, como cocina, ciencias y aprendizaje participativo, que promoverán habilidades cada vez superiores y más próximas a una plena inclusión social y a la ejecución de actividades básicas de la vida diaria.

De esta forma, se pueden fomentar las destrezas manipulativas, las habilidades viso-perceptivas, las funciones ejecutivas… Todo para maximizar las capacidades del niño con daño cerebral.

Por eso, en la Unidad de Neurorrehabilitación se trabaja con tablets, en las que se incluyen juegos para el entrenamiento de las habilidades en las cuales cada uno de los niños presenta mayor dificultad.

Tal y como explican nuestras especialistas, dependiendo del dispositivo con el que el niño cuente se pautan las recomendaciones necesarias para que se haga un buen uso de las tecnologías.

También advierten que una de las principales contraindicaciones se da sobre todo con el uso de tablets o smatphones que se destinan al juego, ya que su uso continuado puede provocar alteraciones o consecuencias graves, como crisis epilépticas, en niños con predisposición.

Fisioterapia para facilitar a los niños con daño cerebral la adaptación a su entorno

En el área de fisioterapia de la Unidad de Neurorrehabilitación del Hospital de Manises se realiza un trabajo individual con el niño con daño cerebral y también se intenta ayudar a que su entorno esté adaptado a sus necesidades específicas.

Las funciones del fisioterapeuta dentro de la unidad y el tipo de trabajo que se realiza se centran en:

  • Adaptación del entorno. Al iniciar el curso, se hace una vista a los colegios donde no existe la figura del fisioterapeuta y se adapta su entorno, ya sea con asientos pélvicos, bipedestadores o cualquier ayuda técnica necesaria para facilitar una postura correcta. El colegio es el lugar donde el niño pasa más horas durante el día.

Según explican las especialistas de la Unidad de Neurorrehabilitación del Hospital de Manises, en los colegios donde sí existe fisioterapeuta se intenta mantener un contacto telefónico o vía email para coordinarse en cuanto a los objetivos del niño y que todos los profesionales que trabajamos con él vayamos por el mismo camino. Así, para la familia es mucho más sencillo entender qué objetivos se están trabajando con su hijo y cuáles son sus necesidades principales.

  • Valoración e implementación de ayudas técnicas para mejorar su posicionamiento. Dentro de la sesión, el fisioterapeuta tiene varias funciones, como la de facilitar a la familia todas las ayudas técnicas que su hijo/a necesite para su vida diaria, desde DAFOS (ortesis para pies) para mejorar el apoyo y evitar acortamientos musculares, hasta asientos o bipedestadores para ayudar al desarrollo musculoesquelético durante el crecimiento del niño. Incluso también se llegan a instaurar andadores para proporcionar un modo de desplazamiento.
  • Trabajo en sala de motricidad gruesa para aumentar su autonomía y calidad en su vida diaria. Igualmente también se trabaja la motricidad gruesa del niño, tanto de miembros superiores como de miembros inferiores, basándonos en su nivel de desarrollo para que por ejemplo mejore las transferencias (de tumbado a sentado, de sentado a de pie…) o adquiera, si es posible, algún medio de desplazamiento para mejorar su autonomía (volteo, rastreo, gateo o marcha), que consiga un buen nivel de sedestación o bipedestación o aumente sus reacciones de apoyo para evitar caídas.
  • Trabajo de estimulación. Cuando los niños que acuden a la unidad son muy pequeños se trabaja también la estimulación a nivel sensitivo, visual o auditivo para que el niño conecte e interactúe con el entorno. De esta manera, se ayuda a que desarrolle su interés por moverse para llegar a conseguir diferentes objetivos, como puede ser llevar las manos a la línea media, alcanzar algún objeto o desplazarse de alguna forma para conseguir un juguete.

Las capacidades de un niño con daño cerebral

Muchas veces las lesiones de los niños con daño cerebral no suelen permitir una localización anatómica precisa, sino que es más probable que el daño cerebral sea más generalizado, “lo cual apoya la perspectiva de valoración e intervención multidisciplinar que defendemos en la Unidad Neurorrehabilitación del Hospital de Manises. En este equipo multidisciplinar, se incluye también la figura del psicólogo especialista en neuropsicología”, explican las especialistas de esta Unidad.

El objetivo principal de la evaluación neuropsicológica consiste en constatar el cambio que el funcionamiento alterado del sistema nervioso central, tras un daño cerebral, se produce en la conducta y en el desarrollo cognitivo, personal y social del niño. En el caso del daño cerebral infantil, éste sucede cuando el desarrollo cerebral aún no ha finalizado, por lo que no solo estaríamos hablando de una situación en la que se pierden o se reducen algunas capacidades y habilidades que previamente habían sido desarrolladas, sino que se añade la dificultad de que hay funciones y habilidades que no habían empezado a desarrollarse y que difícilmente podrán hacerlo de la manera esperada; es decir, que el déficit a nivel de funcionamiento cerebral en el niño tiende a expresarse en un fallo en adquirir nuevas habilidades cognitivas y capacidades conductuales.

Desde el área de Neuropsicología Infantil, la evaluación neuropsicológica busca saber qué capacidades se hallan afectadas de forma más selectiva en cada área y cuáles se encuentran más preservadas o incluso intactas, con el fin de poder utilizarlas como puntos fuertes y motivadores a la hora de diseñar el plan de intervención y desarrollar estrategias eficaces para cada niño.

Aquí se evalúa el funcionamiento del niño para ver su capacidad de atención y de aprendizaje, los procesos perceptivos, funciones visoespaciales y visoconstructivas, procesos amnésicos, la velocidad de procesamientos de la información, las funciones ejecutivas, como son la planificación, control inhibitorio, resolución de problemas, autorregulación emocional y comportamental, flexibilidad y capacidad de adaptación a los cambios, teoría de la mente, sin olvidar los aprendizajes instrumentales, como la lectura, escritura, cálculo y aritmética, y los modos de relación e interacción con el entorno y la conducta, que se establece junto al Servicio de Orientación y Apoyo Familiar.

En el caso de niños con daño cerebral, la evaluación neuropsicológica pretende obtener un perfil de capacidades, donde aparecen puntos débiles y fuertes, según las capacidades deterioradas y las conservadas intactas. La finalidad diagnóstica busca confirmar, en el plano comportamental y/o en el cognitivo, el deterioro que producen las alteraciones del sistema nervioso ya detectadas mediante exploración neurológica y con técnicas electrofisiológicas o de neuroimagen. En este sentido, la evaluación neuropsicológica es una aportación complementaria, nunca diagnóstica.

Tras haber realizado la valoración desde el Área de Neuropsicología, se diseña el plan de intervención individual, donde se recogen los objetivos generales y específicos de la intervención, así como los indicadores de logro que permiten valorar la evolución de cada niño con una periodicidad mínimo semestral. El objetivo general es mejorar las funciones cognitivas del niño y sus habilidades para interactuar con su entorno físico, social y cultural, buscando la máxima funcionalidad y la mayor autonomía posible e inserción en los ámbitos educativo, familiar y social.

La metodología de intervención se selecciona en función del perfil neurocognitivo y conductual del niño, y puede incluir la metodología Teacch, modificación del entorno, instrucción en habilidades sociales (instrucción verbal, imitación, práctica, ensayo de conducta o representación de papeles y moldeamiento), entrenamiento en autoinstrucciones (modelado, guía externa en voz alta o explícita, autoinstrucciones en voz alta o explícita, autoinstrucciones en voz baja o autoguía explícita desvanecida, autoinstrucciones o autoverbalizaciones encubiertas), entrenamiento en solución de problemas, programas psicoeducativos, análisis funcional de conducta, técnicas de modificación de conducta…